Texto por: Julieta Ferreri
“En el Nevado Coropuna
moran los espíritus de los muertos…” me explicaba en Arequipa, una mujer
peruana luego de que le comenté que planeábamos ascender al Macizo. Entonces,
yo me preguntaba cómo podían caber todas las almas de tantos muertos en una
montaña... Pensé que quizás, la mujer intentaba divertirse con mi aparente
ingenuidad extranjera… más tarde pude comprobar que esta sería una creencia
popular acerca de la montaña.
El nevado es un
complejo estratovolcánico conformado por seis conos, cubierto por un sistema
glaciar. No es una montaña común y corriente, solo cuando se llega a ella, se
tiene noción de sus dimensiones monstruosas. La gran fortaleza de hielo está
formada por varias cumbres blancas y redondeadas que rodean, custodiando como a
un tesoro invaluable, al campo de hielo alojado en el interior del macizo a
6.000 metros de altitud.
Nuestro plan era entrar a la montaña a través del glaciar Noroeste, hacer base en
el campo de hielo a los 6.000 metros y ascender algunas de sus cumbres.
Día 1: Abordamos el micro
hasta el pueblo de Tomepampa, allí pasamos la noche, y de ahi a Cotahuasi,
tomamos otro micro y nos bajamos en medio de la nada, a 4.500 metros sobre el
nivel del mar con nuestras mochilas, y comenzamos a ascender por una quebrada,
rumbo al Coropuna. Lamentablemente, la lengua glaciaria hacia la cual nos
dirigíamos desagotaba por una quebrada paralela, por lo que en la que nos
encontrábamos era sumamente árida y no hallamos agua. Cuando llegó el
atardecer, acampamos (5.057 msnm).
Día 2: Desarmamos la carpa y
seguimos subiendo por la quebrada, a través de las morrenas dejadas por el
glaciar. Continuamos ese día sin agua hasta el atardecer y acampamos sobre los
primeros manchones de nieve que encontramos (5.357 msnm). Esa noche derretimos
nieve y tomamos agua luego de 30 horas sin beber nada.
Día 3: Seguimos camino hasta
toparnos con el comienzo de la lengua glaciaria y nos montamos sobre ella.
Seguimos ascendiendo hasta alcanzar el campo de hielo que cubre al Nevado. Este
es el segundo campo de hielo tropical más extenso en el mundo, superado en
tamaño solo por el campo de hielo Ritipampa del Quelccaya, ubicado en la Cordillera de Vilcanota, también en Perú.
Armamos nuestro tercer campamento (5.823 msnm). Todo en la carpa se
congelaba, el agua, la comida… el vapor de la respiración se escarchaba y
congelaba en paredes, techo de la carpa y sobre las cosas…Entonces recordé la
advertencia de aquella mujer arequipeña y también las películas de terror en
donde el aire se congela en presencia de los espíritus… Evidentemente, aquí
estarían las almas de todos los muertos del mundo! Derretimos nieve y cenamos.
El gas de la bombona se vio afectado por las bajas temperaturas y derretía la
nieve lenta y penosamente, por lo que el proceso de fusionar la nieve fue
bastante tedioso. Debíamos guardar el polywater en el saco de dormir, de lo
contrario en una rato solo nos quedaba un bloque de hielo.
El lugar es increíble,
un paisaje de otro mundo. Una extensión blanca e inmensa suspendida en lo alto,
rodeada de cumbres redondeadas y perfectas, durante el atardecer el cielo en el
Oeste se torna de un color anaranjado particularmente intenso, y hacia el Este
de colores lila, violeta e índigo pastel muy fríos. El cielo siempre estuvo totalmente despejado.
Día 4: Seguimos
transitando sobre el campo de hielo, esquivamos grietas, otras las pasamos por
encima. Armamos nuestro último campamento a los 6.020 msnm para acceder a las
cumbres desde adentro de "la fortaleza de hielo".
Día 5: Esperamos a que
el sol "calentara” la carpa y salimos hacia nuestra primer cumbre, el
Nevado Pallacocha o Coropuna Oeste (6.183 msnm). La nieve estaba muy seca y
blanda, por lo que hubo que abrir huella desde el campamento hasta la cumbre. Subimos por su cara Sur, un poco antes de llegar a la cumbre encontramos una
pequeña grieta que cruzamos por encima sin mayores complicaciones.
La noche nos
alcanzó en el descenso cerca del campamento y el frio se intensifico mucho. Las
placas de nieve crujían y se partían mientras caminábamos sobre ellas en la
oscuridad. Finalmente encontramos la carpa, nos sacamos los crampones, las
polainas y las botas dobles con apuro para entrar.
Día 6: Luego de que
"entibiara" la carpa, salimos rumbo a nuestra segunda cumbre, el
Coropuna Norte o Coropuna Casulla (6.397 msnm). Esta cumbre es la segunda más alta del nevado,
apenas 50 metros más baja que la cumbre principal. La nieve en esta zona se
encontraba en las mismas condiciones que la de la ascensión del día anterior,
por lo que esta cumbre se cobró cada metro que subimos.
Ascendimos por su cara
Sur y luego ganamos altura hasta alcanzar la arista Este, mas tarde llegamos a
la cumbre y la vista saturaba los sentidos… hacia el fondo, el Coropuna Este,
una cumbre enorme y de formas caprichosas, más atrás la Cordillera de Chila con
su gran cantidad de glaciares, el Volcán Sabancaya nos observaba fumando desde
el Suroeste, y los Volcanes Solimana y Sara Sara esperaban a que se encendiera
su cielo en el Oeste… mas al fondo, el Océano Pacífico con su velo de niebla y
hacia el Sur, muy cerca nuestro, la cumbre principal del Coropuna se erguía,
imponente…
Al final llegábamos a la cumbre redonda y
gigante, una bocha enorme que no parecía terminar. El viento calaba los huesos,
así que comenzamos a bajar rápidamente. Apretamos el paso para ganarle a la
noche, y llegamos justo antes de que la oscuridad borrara la imagen de la carpa
del gélido paisaje. Esta noche me calenté un polywater para meter en el saco,
así que pude dormir alrededor de una hora hasta que se enfrió y pasé mi tercera
noche en vela por el frío.
Nos alcanzó la noche y seguimos con las linternas y el GPS
rumbo al encuentro con la ruta, a la cual llegamos a las 10 de la noche. Ahí
esperamos por algún vehículo que nos alcanzara hasta Cotahuasi. El frío
apretaba fuerte, cada uno lidió con él como pudo… Marce caminó como un león
enjaulado sobre la ruta montando guardia. Yo me metí a temblar en mi saco de
dormir al lado de las mochilas. Me desperté abruptamente cuando Marce me llamó,
tras su voz, el ronroneo cálido del motor de un micro (1:30 am). Salte de la
bosa, me puse las botas y metí todo en un costal mientras él paraba al glorioso
micro. Nos avisan que no quedaban asientos libres… algo que no nos importaba,
claro! Subimos al colectivo salvador casi sin poder creerlo, atravesé el
pasillo a los tumbos tratando de no caer sobre nadie y me eché en el piso sobre
mi costal. Luego de un par de horas llegamos a Cotahuasi, tomamos un taxi en la
terminal de micros que nos dejo en el hotel, al cual llegamos a las 4:30 de la
mañana.
Al día siguiente paseamos por el pueblo, tomamos Inca Kola y comimos. Por
la tarde tomamos el micro que en 8 horas nos dejó de nuevo a Arequipa.
El nevado Coropuna es
un fragmento de otro mundo, una isla gélida y blanca suspendida del cielo,
dotada de una belleza hostil y salvaje reservada solo para unos pocos, un lugar
en donde los vivos solo pueden morar por un tiempo muy limitado…
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